En el altiplano Jujeño, a más de 3500 msnm y a la vera de la ruta 9, se encuentra Tres Cruces, una pequeña localidad que pasaría totalmente desapercibida de no ser por una enorme formación rocosa milenaria que se levanta imponente a sus espaldas: “El espinazo del diablo». Ya desde muchos kilómetros antes de llegar se pueden divisar esta colorida formación de plegamientos sedimentarios compuesta de ondas de líneas que desafían la natural conformación de las montañas. Es como si un artista hubiera querido innovar en la forma de los cerros. De color verde intenso en su base, sus anillos se van aclarando hasta terminar en filosas rocas marrones, amarillas y rojizas. Su particular nombre se debe a que viéndolo desde una perspectiva justa, parecen los huesos de un titánico ser, que a demás, es protagonista de una leyenda popular: es el Puente del Diablo, una peculiar formación de piedra que se divisa hacia la mitad de este onírico recorrido y que une dos cerros en lo alto de la cresta. Esta pasarela mágica, en el portal de la Puna, guarda una historia mítica desde la lucha por la Independencia.