El sábado en Teatro Mitre a las 21, el psicólogo argentino Alejandro Schujman , presenta “Primero yo después te quiero. No es egoísmo. Es amor propio”, bajo la dirección general de Pablo Fábregas.
Schujman, especialista en familias y vínculos. propone encontrar respuestas y herramientas que nos permitan llegar al tan anhelado «Amor Sano».
“El amor propio se construye desde afuera hacia adentro y se sostiene desde adentro hacia afuera. Si estamos en eje con nosotros mismos podemos crear relaciones sanas que duren un día, un año o toda la vida. Si algo está mal en el vínculo con nosotros vamos a repetir patrones y vamos a fracasar con todo “éxito” en las relaciones que armemos.
Un recorrido cálido con participación activa del público y siempre con la premisa: Lo que pasa en la sala, queda en la sala», es la propuesta que podrá disfrutar el público en el Mitre este sábado desde las 21.
Alejandro Schujman explicó que “Hay una relación directamente proporcional entre cómo estamos con nuestro amor propio y la calidad de los vínculos que armamos con el otro”.
El psicólogo comparte: “Primero yo, no es egoísmo sino todo lo contrario, es el antídoto para el egoísmo” e interpreta que “El amor propio es la vacuna para el egoísmo”.
En el encuentro con el público también se habla del mito de Narciso: “Las personas que son narcisistas también tienen un amor propio chiquitito, que disimulan y además carecen de empatía, con lo cual no cambian, no registran al otro”, anticipa Schujman sobre las características de este tipo de personalidad.
El especialista ha trabajado mucho con los jóvenes, y uno de sus primeros libros fue “Generación Ni Ni” que causó en su momento un gran revuelo: “Jóvenes que ni estudian ni trabajan, sigue siendo un problema muy grande en el mundo. El término Ni Ni nace en una pequeña localidad de España donde estaban preocupados por estos jóvenes que se quedaban atorados en el pasaje al mundo adulto. Tuvieron la pésima idea de darles un subsidio a las familias para que los chicos estudien. Fracasaron con todo éxito porque la solución no va por ahí. Lo que falta es motivación y el umbral de frustración”, cuenta Alejandro
“Esta es una generación de padres y madres amorosamente tibios, que les cuesta mucho el tema de los límites. El límite no es ni castigo ni penitencia, sino que es amor, cuidado y empujar amorosamente a los hijos para que entren al mundo adulto”, aconseja Schujman.