El movimiento telúrico dejó una ola de impactos a lo largo del Pacífico que aún se están evaluando.
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SIDNEY.- Uno de los terremotos más poderosos jamás registrados sacudió el miércoles la costa oriental de Rusia. El sismo, de magnitud 8,8, se produjo cerca de la península de Kamchatka y generó temores de daños graves en la única ciudad importante de la región, Petropavlovsk-Kamchatsky.
El terremoto también provocó tsunamis que inundaron comunidades costeras en Rusia y Japón, donde se pronosticaron olas de hasta 3 metros de altura. Las olas también impactaron partes del oeste de Estados Unidos y Hawaii, y luego se desplazó hacia América del Sur.
Según los científicos, el sismo, que se produjo en lo que se conoce como una “falla de mega-suburbio”, donde la placa del Pacífico, más densa, se desliza por debajo de la placa norteamericana, más ligera. En los próximos días podría ser reclasificado como de magnitud aún mayor, a medida que se analicen más datos.
¿Qué tan raro y potente fue?
El terremoto fue el más fuerte desde 2011, cuando un sismo de magnitud 9,1 frente a las costas de Japón provocó un tsunami que causó más de 18.000 muertes y provocó fusiones y fugas radiactivas en los reactores de la planta nuclear de Fukushima Daiichi.
Al igual que aquel evento, el temblor del miércoles fue revisado al alza. Inicialmente se reportó como de magnitud 8,0, luego se ajustó a 8,7 y finalmente a 8,8, lo que lo ubica entre los seis más fuertes jamás registrados. Las revisiones de magnitud no son inusuales, explicó a The Washington Post Lori Dengler, profesora emérita de geofísica en la Universidad Politécnica Estatal de California en Humboldt.
“No me sorprendería que, en las próximas semanas, se determine que fue aún mayor”, dijo Dengler. “La razón es simple: los terremotos grandes son mucho más difíciles de precisar que los pequeños, porque liberan muchísima energía”.
Los llamados terremotos “grandes” —aquellos de magnitud 8,0 o superior— tienden a ocurrir una vez al año, pero sismos tan potentes como el del miércoles se presentan, en promedio, solo una vez cada década, explicó Brandon Shuck, profesor asistente de geología y geofísica en la Universidad Estatal de Luisiana.